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domingo, 20 de mayo de 2012

El ser especial


Una mujer llace postrada sobre una cama de finas mantas y cómodas colchas y almohadas, devatiéndose entre la vida y la muerte. Su respiración es entrecortada y el pulso de su corazón va mas acelerado de lo normal. La pobre mujer que años atras era hermosa y de familia honrada, se hallaba ahora postrada sufriendo y jimiendo, pidiendo a sus dioses piedad de su vida.
Sudaba hasta que caían gotas de su rostro y apretaba fuertemente con sus manos las mantas que la cubrían.
Sufriendo por el dolor, gritó un jemido desgarrador que se pudo oir por toda la estancia, y en ese momento, el llanto de un bebé recién nacido calló el jemido de la mujer.
Fuera de la estancia donde se encontraba la mujer, había un pequeño patio que daba a un pasillo por el que llegabas a otras estancias o la cocina.
Las personas que se encontraban en la casa se levantaron inmediatamente con rostro pálido y serio.
Corrieron a toda prisa por el pasillo hasta que llegaron al patio. Se detuvieron  unos instantes con cara pensativa y a la vez aterradora.


El llanto del bebé seguía olléndose por toda la casa.
La mujer que se encontraba postrada sobre la cama, había muerto minutos depues de que diera a luz.


Las personas del patio se decidieron a entrar y desacerse del bebé y del cadáver de la mujer. Entraron cautelosamente a la estancia sin hacer mucho ruido con el crujir de la madera del suelo, se aproximaron al cadáver, y una de las personas se apartó del resto para contemplar al bebé que lloraba y lloraba a berridos. Le retiró las sábanas de la cama y palideció de horror. Su rostro se había vuelto blanco del miedo y terror que sentía, Recojió unas que se encontraban encima de una pequeña estantería de madera, y con repulsión, cortó el cordón umbilical que unía a la madre con el bebé. Lo recojió con desgana y asco en su rostro, lo embolvió en un trapo viejo que encontró tirado en el suelo y se lo mostró al resto del grupo. Ellos lo miraron fijamente y se horrorizaron.
-Deves hacerlo tu- dijo una mujer del grupo.
-Si, es verdad, nosotros no podemos hacerlo, no somos capaces- dijo otro.
-Ese bebé es un ser sobrenatural que merece ser despreciado y odiado por todo ser vivo que habita en este mundo.-dijo la mujer.
-Esta bien- dijo con desgana el hombre que sujetaba el bebé.
Les hizo una reverencia a sus camaradas, y salió a paso ligero de la estancia, cruzó el patio y el pasillo hasta que salió al exterior por la puerta principal.
No sabía qué debía hacer, si matarlo o abandonarlo a su suerte en medio del camino. Sin duda sus demás camaradas lo habrían matado sin importar nada, pero el era distinto y no era capaz de cometer tal atrocidad, a sí que caminó hasta la casa más cercana que encontró, dejó al bebé en el frío suelo de piedra de la entrada con una nota, llamó al timbre, y salió corriendo de allí, asegurándose que le acojerían bien en aquél lugar.
Pero quién habría suponido, que ese bebé sería el ser más poderoso del mundo...




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